Todavía sufrimos la inercia del desastroso urbanismo de la posguerra, centrado en el cemento masivo, el asfalto y los coches como detentadores del espacio público. Esta inercia ha provocado, además de una expoliación inaceptable de nuestro patrimonio natural, una economía insostenible fundada en burbuja tras burbuja, que cuando se revientan dejan paisajes desolados, millones de parados, un turismo demasiadas veces vergonzoso y una deuda pública que alcanza ya casi el 100% de lo que producimos. Marruecos quiere copiar nuestro modelo, como vemos en cuanto cruzamos la frontera y vemos toda la urbanización de las playas hasta Río Martil.
Pero la reacción está en marcha y una buena prueba son estas imágenes del Parque Lineal del Manzanares. Ha rectificado la anterior apropiación del terreno público y natural hecha por el coche, soterrando la M-30 por debajo del río Manzanares y dejando que la vida y la ciudadanía den nueva vida a un espacio hace unos años sencillamente horroroso.