La Clase Creadora y sus enemigos

La locomotora de un país es su Clase Creadora (CC). La distribución de la Clase Creadora por el país determina la distribución de ingresos, el atractivo y la innovación en las ciudades; a mayor peso de la CC, las ciudades son más productivas, más innovadoras y más atractivas para los talentosos.

 

 

 

Distinguimos entre las siguientes clases sociales, por estilo de vida y método de trabajo:

Los trabajadores del campo, el mar o la mina.

Los trabajadores de la industria.

Los trabajadores de la construcción.

Los profesionales del sector servicios y organizativo.

Los creadores.

 

La CC se distingue por su diferente patrón moral. El “ethos creativo” no es “la ética del trabajo” que, según Max Weber, realizó la revolución industrial durante el siglo XIX, ni es la ética del funcionario corporativo de las organizaciones, sino que es una ética que incorpora y rehace originalmente la del trabajo, junto con la “destrucción creativa” (feliz expresión de Schumpeter) del emprendedor, más la “ética bohemia” propia de los artistas, el “espíritu investigador” de científicos y exploradores, el ánimo lúdico del juego y el gusto por la naturaleza.

 

Esta clase es ahora mismo la auténtica élite económica y cultural, es la que tira de sus comunidades para adelante y es la que innova, cambia, renueva, descubre e inventa para hacer el mundo mejor. Las comunidades más brillantes y expansivas llegan a estar constituidas hasta en un 30% por la CC, lo que además influye poderosamente en la ética de las demás clases productivas.

 

Para esta clase, el mérito y la distinción no están en “trabajar” sino en “crear”. Crear no es ser ocurrente o improvisador, sino arraigar la vida en la exploración continua de posibilidades que se convierten, con el tiempo, en soluciones prácticas ilusionantes para muchas personas.

 

EEUU tiene más capacidad productiva que la UE porque su CC es más poderosa. En España sufre de poderosos enemigos:

 

1- El funcionariado corporativo de las organizaciones.

2- La dependencia de nuestra economía de sectores poco creativos como el turismo masivo y la construcción en serie.

3- El bajo espíritu artístico, investigador y lúdico-creador de la población española, cuyas clases medias y altas valoran más la “posición social” que los valores anteriores.

 

Hablemos del primero. Los “organizational men” acusan a los individuos de la CC de “desorganizados”, “imprevisibles”, “lúdicos”, “poco serios”, “van por libre”, “comprometidos antes con su imaginación que con los intereses de la organización”, “autodefinidos y automotivados, no controlados por la organización”, etc.

 

Los CC acusan a los “hombres de organización” de tapar su falta de creatividad con cargos y posiciones, no avivar el ingenio creador de los equipos y ser un tapón al ejercicio del talento humano, que es el que va a afrontar nuestros problemas.

 

De esta guerra entre funcionarios corporativos y la CC depende el futuro de nuestro país; la posibilidad de pasar de ser un país de servicios turísticos baratos, construcción en serie y paro masivo, a ser un país líder en la creación y animación del talento; del “que inventen ellos” al “nosotros también inventamos”.